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02 - Part I (es).txt
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El ascensor avanzaba lentamente hasta el primer piso. Aunque a Dash le habría resultado más fácil abrir una ventana y salir volando del edificio, ese comportamiento habría sido grosero e inapropiado dado el lugar en el que se encontraba. Manehattan era una ciudad de ponis con sus propias normas y etiquetas de comportamiento. En el pasado, a Dash no le había importado respetar esas reglas, pero ahora era una yegua adulta respetable, miembro de los Wonderbolts y amiga cercana de la actual princesa gobernante. Esto último era algo a tener muy en cuenta, ya que en una ciudad como Manehattan, que vivía de rumores y escándalos, su mala conducta bien podría manchar no solo su propia imagen, sino también la de sus amigas.
Dash no quería asumir esos riesgos, aunque una parte de ella realmente deseaba salir de allí inmediatamente. Prefirió quedarse y seguir la rutina. Además, había algo más que pesaba sobre ella...
Hasta ese momento, se había mantenido tranquila y relajada. Pero una vez que las puertas del ascensor se cerraron y comenzó a descender, también lo hizo su confianza.
"¿Qué debo hacer ahora?" exclamó alterada. "¡Piensa, Dash, piensa!"
Pero nada acudía a su mente. Solo recuerdos angustiantes...
Varios meses atrás, Dash había visitado el edificio principal del DN (sede compartida con la editorial White Horse), para presentar la idea de un libro basado en su viaje alrededor del mundo. Este era un proyecto que había mantenido en secreto de todos sus conocidos, incluidas sus mejores amigas. Había tomado tantas precauciones para no ser descubierta que incluso cuando se presentó a las oficinas de la editorial, lo hizo con un ridículo disfraz de un poni de avanzada edad, adinerado y excéntrico, que era un pariente suyo.
Tras ser reconocida y forcejear con los agentes de seguridad, negoció con el encargado de ventas de la editorial, finalmente llegando a un acuerdo para publicar su libro "Rainbow Dash: Imparable alrededor del mundo", un libro destinado a difundir la amistad y la superación personal que un poni podía alcanzar si se proponía explorar más allá de los límites conocidos de Equestria.
Claro, esta era la justificación que Dash ofreció a la editorial y que repetía para sí misma para evitar admitir que toda la historia del libro se centraba únicamente en su persona y sus increíbles aventuras.
Sin embargo, los motivos reales para embarcarse en esta tarea, tan opuesta a su personalidad, eran parcialmente distintos.
Casi tres años atrás, sus amigas y ella misma se habían comprometido a hacer una actividad especial para la recién coronada princesa Twilight en el "Festival de las Dos Hermanas". Este día festivo era importante para todos los ponis y representaba una excelente oportunidad para pasar tiempo juntas alejadas de las tareas y responsabilidades de sus vidas diarias.
La actividad especial consistía en elegir al azar a una de ellas. La poni elegida tendría la responsabilidad de preparar un regalo o dirigir algún festejo en ese mismo día, dirigido, por supuesto, a Twilight como foco principal.
Hasta esa fecha, dos de ellas ya habían cumplido con honores esa promesa.
En el primer año, Rarity había organizado un banquete en tiempo récord con los intelectuales más importantes de toda Equestria. Aquella cena contó con la admirable participación de Starswirl el Barbado y Estigian. Dash sospechaba que su amiga rosa había tenido algo que ver en cómo los había reunido en tan poco tiempo.
Al año siguiente, Applejack sorprendió a todos al realizar un concierto improvisado al aire libre en el jardín principal del castillo de Canterlot. Escuchar cantar juntas a Celestia, Luna, Cadance y Twilight fue una experiencia que ningún poni presente en la celebración olvidaría.
La suerte hizo que los turnos de Rarity y Applejack pasaran, y Dash solo podía agradecer a su propia buena suerte por no haber sido elegida. No es que no quisiera organizar el evento para su amiga, sino que no se le ocurría nada genial, y todo lo que podía hacer era esforzarse por ocultar su pánico en medio del sorteo. El tiempo pasaba y el listón que colocaron sus amigas ponis solo se hacía más alto.
Con todo esto en mente, y dejando de lado los celos que comenzaba a sentir, Dash llegó un día a una brillante idea: había tenido una aventura increíble dando la vuelta al mundo, y Twilight amaba los libros y las historias. Si unía ambas ideas, obtendría el éxito que buscaba: publicar un libro inédito de su viaje con lujo de detalle y hacer una copia especial para su amiga princesa en el día del "Festival de las Dos Hermanas".
Emocionada por su propio ingenio, y sin pensarlo demasiado, procedió a volcar todas sus experiencias de su travesía en unos manuscritos. No era una escritora, pero imaginó que narrar sus propias vivencias no sería difícil. Y aunque le decepcionó que le tomara meses de trabajo, una vez terminada su tarea, los envió en persona a la editorial White Horse para que los convirtieran en un libro.
Lo que siguió después fue un calvario de infortunios que la perseguirían hasta el presente.
Los manuscritos iniciales que envió fueron rechazados debido a su mala redacción. El asesor encargado de supervisar su trabajo nunca se presentó por motivos "personales", según J.J. Jelly. La editorial White Horse tenía a todos sus mejores redactores trabajando en la nueva obra de Daring Do, que se estrenaría en la misma semana en que se suponía que Dash publicaría la suya. Finalmente, el primer capítulo que tanto esfuerzo le había llevado rehacer fue nuevamente rechazado, lo que la llevó a la cita de hoy.
El ascensor continuó descendiendo lentamente, y Dash ya no tenía ánimo para seguir adelante con aquel proyecto. No tenía una historia que compartir; todo lo que había hecho parecía una pérdida de tiempo y, además, se estaba quedando sin tiempo.
"¡No, Dash! Todavía hay tiempo. Solo necesitas a otro editor que pueda arreglar esto... o preparar algo aún más genial para Twilight. Pero, ¿qué?" Dash, abatida, murmuraba mientras se sentaba y miraba las puertas cerradas del ascensor. La respuesta definitivamente no vendría de ahí.
"Conozco a alguien que puede ayudarte", respondió una voz detrás de ella.
Dash se volteó inmediatamente, sorprendida. Al lado de una pila de cajas que había ignorado al entrar en el ascensor, se encontraba una yegua. Tenía una melena corta y alborotada de un color castaño brillante. Llevaba un buzo negro sin arrugas que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, revelando una figura esbelta. Sin embargo, lo más destacado de ella no era su figura perfecta, sino los delicados rasgos de su rostro. Dash no podía estar segura, pero parecía que no llevaba maquillaje ni accesorios. Probablemente era su belleza natural lo que la hacía destacar, especialmente sus ojos escarlata.
"¿Quién eres tú?", exclamó Dash extrañada. No entendía cómo no había sentido a esa poni antes. Dash había estado algo desconectada hasta hacía poco antes, pero no lo suficiente como para bajar su guardia.
Entonces Dash se dio cuenta de lo obvio. "No, espera un momento. ¡Escuchaste todo lo que dije!"
"No te preocupes, no escuché nada, pero creo que eres una poni interesada en el mercado editorial. Quizá esto te interese ...", dijo la llamativa yegua con suavidad mientras le entregaba levitando con magia una tarjeta roja con franjas blancas hacia los cascos de Dash.
Dash observó con curiosidad la colorida tarjeta que estaba marcada con una gran letra 'A'.
La yegua se acercó a ella y le susurró al oído: "Los verdaderos ganadores no temen tomar caminos inexplorados, ¿verdad?". Aquellas palabras, provenientes de su propio libro, desconcertaron a Dash. Estaba a punto de responder, pero en ese preciso momento las puertas del ascensor se abrieron. La misteriosa yegua salió rápidamente justo cuando un tumultuoso pelotón de ponis oficinistas lo inundaba.
Abriéndose paso entre los ponis, Dash salió del ascensor y rápidamente se puso a buscar a la misteriosa yegua. Pero solo se encontró con la gran multitud de ponis que entraban y salían del gran vestíbulo de la torre del DN.
Dash se rascó la cabeza. "¿Qué fue eso?" Nuevamente revisó la tarjeta que había recibido. Entonces reparó en un detalle importante. ¡La misteriosa yegua se la había dado con magia! Pero ella no era un unicornio sino un poni terrestre.
Dash frunció más el ceño mientras volvía a revisar con su mirada a su alrededor. Sus instintos le decían que estaba siendo observada. Incómoda por esa sensación, salió volando del edificio. Sus fuertes alas fácilmente la impulsaron hasta muy arriba en el cielo en cuestión de segundos, se detuvo y comenzó a contemplar la inmensidad de la ciudad.
"Torre Averages, ¿no? ¡Bien! Ahí estaré". Aceptando el desafío, Dash cayó en picado hacia la metrópolis.